Nos tomó un poco de tiempo llegar a esta segunda parte del artículo sobre montañismo en Corea. En esta oportunidad hablaré en primera persona para relatar mi experiencia en Hallasan, recordando todo el camino a la cima de la montaña más alta de Corea.
Si no has leído la primera parte de este interesante tema, puedes hacerlo aquí.
Ese día madrugué y tomé el bus de las 6:30 de la mañana que salía de la zona rural donde me estaba hospedando. Me tocó esperar un poco y el conductor fue super amable, hasta me dio cafesito antes de arrancar. Me senté adelante y conversamos bastante hasta que el bus estaba medio lleno y ahí sí tocó guardar silencio. Me contó un dicho que tienen en Jeju para no olvidar la altura de la montaña: 한번 구경 오시면 다시 오실 거예요 (Si vienes a hacer turismo una vez, volverás de nuevo). La relación es (한: 1, 구: 9, 오시: similitud de 50 = 1.950 mt.)
El Parque Nacional de la montaña Hallasan (한라산국립공원) tiene seis rutas para ser disfrutado, pero solo dos llegan a la cima. Escogí la de 성판악 (Seongpanak). Así que luego de hacer trasbordo, llegué a la base de la montaña a las 8 de la mañana con mi pinta deportiva normal y me encontré con personas que llevaban el atuendo completo de montañismo hasta dos bastones de apoyo. Me pareció exagerado y que no habría necesidad de ellos, pero me engañaba.
El camino de la ruta seleccionada fue asombroso ya que por trayectos cambiaba, unas veces era rocoso, otras con un material que daba sensación de caminar sobre esterilla o tapete, otras eran tablas juntas y finalmente un sendero en madera propiamente dicho con barandas de cuerda. Es mucha la inversión que hacen para hacer el recorrido más llevadero para los deportistas.
A un poco más de mitad de camino hay una opción para desviarse y llegar a otro pico de menor altura llamado 사라오름정상 (Saraoreum Summit). Cuando vi el letrero me quedé pensando qué hacer y decidí preguntarle a un grupo de tres hombres que pasaba justo en ese momento. Dijeron que si iba a ese pico no alcanzaría a llegar a la cima de Hallasan (ya que cierran el ascenso a la 1 p.m.) y que me recomendaban omitirlo, que tal vez de bajada si tenía energías lo intentara.
Confieso que me metí en este plan deportivo sin tener ni idea de la dificultad ni lo que implicaba la altura de la montaña. Caminé un total de 19.2 Km en 10 horas. Nunca había recorrido más que el Kilómetro y medio (con 20.8% de inclinación) de las Tres Cruces en Cali partiendo de “El Gato”, así que el salto fue gigante, al otro extremo del mundo y a un recorrido 12,8 veces mayor, sin entrenamiento previo.
En contra de mi plan inicial, la amiga que nos hospedó en Jeju <3 me hizo llevar una botella de litro y medio de agua; pensé que sería mucho pero no me duró sino hasta la cima, el regreso lo pasé a punta de donaciones de otros caminantes caritativos.
En el segundo punto de descanso me uní al grupo de hombres que solucionaron mi duda unos kilómetros atrás. Se componía de un señor de 70 años con su hijo y el yerno. Fueron muy amables y me compartieron de su lonchera. Desde ese punto continuamos como una sola unidad hasta la cima y de regreso a la entrada. Sin ellos no hubiera sido factible para mí lograrlo. Lo más asombroso es que quien menos se cansó y siempre iba adelante era el señor de 70 años. Era su segunda vez en Hallasan y lo disfrutaba como nunca. Hablamos bastante, muchísimo y me tocaba controlar mis pensamientos en coreano mientras regulaba la respiración. Varias veces me tocó decir que guardaría silencio para poder continuar.
De bajada, la sensación fue increíble, pensé que sería pan comido hasta que me empezaron a temblar las piernas. Aunque mi equipo de caminata me había prestado un bastón poco antes de llegar a la cima (con lo que había mejorado bastante y estaba arrepentida de pensar que eran implementos exagerados), luego de hora y media de estar bajando se me torció un tobillo y me caí. Casi otra hora después, se me doblaron ambos tobillos y caí completamente con las manos sobre el piso. En ese momento me dieron otro bastón y terminé apoyada por completo en ellos. El señor de 70 años seguía como si nada al frente del grupo.
Al llegar de nuevo a la entrada luego de 10 horas de ejercicio, estaba sin energías y debía sacar aún más para regresar en bus a mi hospedaje. Me arrepiento enormemente de no haber sido más efusiva en el agradecimiento a aquel grupo sin el cual esta odisea no habría llegado a feliz término. Intercambiamos emails para compartir las fotos y al mes siguiente se mantuvo una corta comunicación.
A modo de conclusión, no hay riesgo de ir solo a este tipo de actividades en Corea pero sí es necesario conocer muy bien el trayecto y programarse para que no les tome por sorpresa como a mí la longitud o la dificultad. Si el idioma es un limitante, sí es necesario que se vaya en grupo ya que no todos los coreanos hablan inglés y menos español, así que no se arriesguen.
Espero algún día regresar y conocer el pico que dejé de lado. Esta experiencia me marcó y ahora soy una fanática del Hiking <3